Sobre la venganza

Jorge Gómez Jiménez



Cierto día, Rob decidió cobrar venganza —al fin— por la afrenta que años atrás le infligiera el ingeniero Ross; se dirigió sin demora al edificio que éste construía y preguntó por él a los obreros. Fue orientado hacia el tercer piso; allí encontró al ingeniero Ross y le expuso el motivo de su visita. Rob estaba a punto de lanzar al vacío al ingeniero Ross; éste esgrimió un par de argumentos que acabaron por persuadir a Rob de que la supuesta afrenta había sido no más que un malentendido. Rob decidió perdonar al ingeniero Ross; en el momento en que sellaban su naciente amistad con un abrazo, llegó a la construcción la bella Cynthia, la hija de Rob. Su espíritu estaba revestido de angustia porque creía que su padre iba a convertirse en un criminal; Rob le explicó desde arriba que había perdonado al ingeniero Ross y que se disponían a almorzar. Rob y el ingeniero Ross se dieron la vuelta para bajar del edificio en construcción; el zapato de Rob tropezó accidentalmente un clavo oxidado que voló directo al ojo derecho de la —nunca más— bella Cynthia, su hija. La venganza puede cobrar vida propia; si no es ejecutada, puede —bajo ciertas circunstancias— vengarse.



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